Contexto: La frase "He visto el futuro y funciona" se atribuye a Lincoln Steffens, un periodista estadounidense del siglo XX, conocido por su trabajo como "muckraker" (un término para periodistas que investigaban y exponían la corrupción en las ciudades estadounidenses).
Steffens pronunció esta frase después de una visita a la Unión Soviética en 1919, durante los primeros años de la Revolución Rusa. Estaba profundamente impresionado por lo que él creía que era el éxito del nuevo sistema comunista en Rusia. Vio en la revolución bolchevique una esperanza para la creación de una sociedad igualitaria y sin las profundas injusticias del capitalismo, que él había denunciado durante años en Estados Unidos. De ahí su famosa cita, que reflejaba su optimismo respecto al comunismo soviético.
Cuando Steffens dijo esto, el mundo estaba saliendo de la Primera Guerra Mundial (que terminó en 1918) y los eventos de la Revolución Rusa (1917) estaban causando un gran impacto. Había mucho caos y cambio político a nivel global, con nuevas ideologías como el comunismo y el fascismo surgiendo como respuestas al agotamiento de los viejos sistemas de poder. En ese momento, muchos intelectuales y activistas sociales veían la Revolución Rusa como un experimento que podría ofrecer una nueva forma de organizar la sociedad, especialmente después de los horrores de la guerra.
Sin embargo, más tarde, Steffens se desilusionaría con la Unión Soviética al darse cuenta de las crecientes represiones y las dificultades económicas que enfrentaba el país bajo el comunismo. La frase "He visto el futuro y funciona" pasó a ser vista como ingenua, ya que el futuro que él pensaba haber vislumbrado no se desarrolló de la manera idealista que había imaginado.
He visto el futuro… y funciona!!!.
Suena como una frase sacada de una película de ciencia ficción, ¿verdad? Pero no lo es. Esta declaración, pronunciada hace más de cien años, hoy resuena con más fuerza que nunca. ¿Funciona realmente ese futuro que ya estamos viviendo? Bueno… depende de cómo lo veas.
Nos encontramos en un punto de inflexión en la historia. El mundo parece estar en constante cambio, y los avances nos golpean tan rápido que apenas nos da tiempo de procesarlos. Desde las tensiones en Oriente Medio que nos recuerdan lo frágil que es la paz, hasta los cambios políticos en América Latina que se sienten como una montaña rusa, pareciera que todo a nuestro alrededor está en una especie de caos organizado.
Y ahí es donde esta frase toma una nueva dimensión. He visto el futuro… y funciona. ¿Pero para quién? ¿Para todos? ¿O solo para algunos?
Cuando levantamos la mirada y observamos el panorama mundial, lo que encontramos es una mezcla de asombro y preocupación. Las guerras siguen ocupando los titulares, el consumismo nos empuja a un ciclo interminable de compra y descarte, y el tema de la salud sigue siendo un desafío inmenso para millones de personas. Al mismo tiempo, la inteligencia artificial, esa bestia tecnológica que se ha colado en nuestras vidas sin pedir permiso, avanza a pasos agigantados.
Podrías pensar que es el futuro prometido en los años cincuenta, donde todo sería más eficiente, rápido y maravilloso, pero en realidad es una espada de doble filo. ¿Quién no se ha quedado sin aliento viendo cómo las máquinas hacen trabajos que antes requerían de un ejército de personas? ¡Wow! pensarás, qué increíble. Pero luego viene el pensamiento incómodo: ¿Y qué va a pasar con toda esa gente?
Las empresas lo saben. Los gobiernos lo saben. Todos lo sabemos. Pero el tren no se detiene. La inteligencia artificial no se va a frenar porque tengamos dudas o miedos. Lo estamos viviendo. Y ahí es donde la frase vuelve a cobrar fuerza: He visto el futuro… y funciona. Pero, ¿cómo lo estamos haciendo funcionar?
No es solo la tecnología la que está moldeando este futuro, también son nuestras decisiones, nuestras actitudes, nuestra capacidad de adaptarnos o quedarnos atrás. Las guerras en curso, las migraciones masivas, las tensiones sociales, los cambios climáticos, todo parece señalar que estamos al borde de algo grande, aunque no sabemos si será algo positivo o una nueva crisis.
Es curioso pensar que mientras algunos ven en la inteligencia artificial una solución para todo, otros la perciben como una amenaza inminente. Algunos creen que traerá una nueva era de prosperidad, mientras otros piensan que creará una brecha aún más grande entre quienes tienen y quienes no. Y tal vez ambos puntos de vista sean válidos.
Sin embargo, ¿qué nos queda a nosotros? ¿Cómo enfrentamos este futuro que parece avanzar sin preguntar si estamos listos? La respuesta es simple: tomamos el control. No podemos cambiar la guerra en Ucrania ni detener las tensiones en Oriente Medio, pero sí podemos decidir cómo reaccionamos ante ellas. Podemos empezar por cuestionar lo que damos por hecho. El consumismo, por ejemplo, nos ha llevado a un ciclo interminable de “comprar, usar, tirar, repetir”. Pero, ¿es realmente necesario? ¿Podemos buscar un estilo de vida más consciente?
Las inteligencias artificiales ya están aquí. ¿Nos asusta? Claro. Pero, ¿qué pasaría si, en lugar de verlas como el fin del trabajo, las viéramos como una oportunidad para reinventarnos? No se trata solo de sobrevivir, sino de prosperar en este nuevo panorama. No necesitamos saber programar para adaptarnos a este cambio; lo que necesitamos es una mentalidad abierta, la capacidad de aprender y desaprender, de colaborar y crear.
El futuro está lleno de incertidumbre. Pero eso no significa que no podamos moldearlo a nuestro favor. He visto el futuro… y funciona. Pero no es una promesa que se cumple sola. Es una construcción diaria. Somos nosotros, con nuestras decisiones, nuestras ideas y nuestras acciones, quienes definimos qué tan bien funciona.
Y al final del día, lo que está claro es que la historia no se detiene. Los desafíos siguen apareciendo, las guerras siguen, las tensiones no desaparecen de un plumazo, y el sistema de consumo sigue girando. Pero también seguimos aquí, resistiendo, creando, adaptándonos. Y eso, en sí mismo, es un signo de que el futuro tiene una posibilidad de funcionar, pero solo si estamos dispuestos a tomar el control.
Así que la próxima vez que pienses en lo que viene, no lo veas como una sentencia inamovible. El futuro está hecho de posibilidades. Y, si jugamos nuestras cartas con inteligencia, el futuro no solo funcionará, sino que también nos dará la oportunidad de prosperar en él.
Saludos
Buenas Finanzas